domingo, 4 de diciembre de 2011

Escuchar.

Cuando la felicidad te aborda no puedes hacer nada por evitarlo. Todo se vuelve claro y no te deja casi ni ver. Tus ojos se quedan ciegos y no sabes por donde vas. Solo sientes tus emociones a gran escala, se magnifican. Todo se vuelve bueno y parece que nada te hace daño. No quieres sentir otra cosa que la alegría. Saltas y gritas por no poder contener la emoción. Quizás llegues hasta tal punto en el que la emoción sale por tus ojos en forma de lágrimas. El destino me está llamando a un lugar extraño. Nunca te dejaría aquí sola, pero esta es una ocasión especial. Se me había olvidado como era eso de sonreír. Eso de vivir sin preocupaciones. Vivimos rodeados de problemas que nadie se da cuenta nunca de los tuyos. Siempre escuchas los de los demás pero luego a nadie le importan los tuyos. A nadie le gusta que les dejen apartados en medio de algo, ¿no? Pero les da igual, te dejarán plantados cuando tengas un problema. Pero tranquilo, que cuando ellos los tengan te llamarán para que les ayudes. Nadie llega a escucharte y nadie te toma en serio. Dicen que son gilipolleces. Que te parece esto: para mí no lo son. Son cosas que me pasan, cada cual tiene las suyas y yo ya he elegido mis preferencias en la vida.

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