El atardecer clamaba su color en el
cielo, pero las nubes llenaban de gris oscuro su lugar.
El ambiente estaba cargado y no me
dejaba respirar correctamente; mas parecía que yo era la única a la que le
costaba realizar aquella vital acción. El viento danzaba a mi alrededor y me
alborotaba el pelo, pero aquel era el menor de mis problemas. Todo parecía
minúsculo comparado con el hecho de que tú estabas bajo tierra metido en una
fría caja de madera.
El recuerdo de aquel momento todavía
está fresco en mi mente. La confusión al inicio del ataque y el caos que sembró
tras él. Cuando el polvo se disipó, tu cuerpo yacía ya inmóvil sobre el suelo. La
sangre bañaba tu torso y tus ojos reflejaban una serenidad pasmosa.
Mi vida ha sido un infierno total desde
entonces. Me siento como en una pesadilla continua, pues no puedo parar el
dolor. No tengo escapatoria, es el precio que me toca pagar por no haber sido
capaz de protegerte. Felicidad a cambio de una eternidad de tortura y suplicio.
No quería que te fueses tan pronto. Fue
mi culpa, siempre lo es.
¿Por qué me tiene que seguir pasando
esto a mí? ¿Es que no merezco una Vida como los demás? No entiendo por qué se
me ha otorgado tan nefasto sino. Tanto sufrimiento dentro de un corazón
insignificante se desbordó hace ya tiempo; ya no hay hueco para nada más.
Mi mirada se cruza con las primeras
gotas de lluvia, ahora lo entiendo. ¿Ya estás contenta? ¿No es esto lo que
tanto anhelabas? Mi apagada alma está plagada de arrepentimiento y mi cuerpo no
puede casi ni moverse por el peso de las muertes que carga. Me he quedado sola
y la belleza del universo no puede calmarme. Ahí tienes tu premio y victoria, vil progenitora.
''Oh, mi tan estimado amor, espero que encuentres
allí donde estés aquello que se te ha negado por tanto tiempo. Por lo que a mí
respecta, aquí ya no hay nada puro por lo que latir.''