miércoles, 13 de febrero de 2013

Apremia.

No hay tiempo al final. Ni al principio ni a la mitad. Sólo existe el estrés que tenemos por controlar nuestras vidas con un reloj. ¿Cuánto tiempo acabas esperando a ese momento que nunca llega? No lo esperes más, si sigues así nunca va a llegar. Porque quisieras seguir mirando el reloj cada 5 minutos si sabes que si tú no reaccionas, nada va a pasar. ¿A qué esperas? El tiempo pasa, no hay excepción. Como el humo que se escapa del cigarro o como las olas que rompen poco a poco los acantilados. Por él has nacido, por él estás viviendo, por él morirías y por él estás muriendo. Por él mueres a cada segundo que pasa, te debilitas y te oxidas por dentro. Usa el tiempo que te queda para escapar de ello. Rompe los cristales de la monotonía, destruye el conjunto de sucesos que te hacen sentir lo mismo cada día. Esto ya no es un juego, no creas en nada. Es hora de pagar por todo y cada vez tienes esa hora más cerca. El tiempo está corriendo en tú contra desde que naciste. Creíste poder controlarlo, pero ahora es él quien te controla a ti. Él se acabará sin tiempo, tú acabarás sin tiempo y yo acabaré sin tiempo. Consumiéndonos poco a poco cayendo junto con las arenas en un reloj. Si caes abajo, nunca podrás volver a subir. Pero claro, siempre puedes darle la vuelta.