lunes, 1 de julio de 2013

Traición.

Estaba corriendo, sólo corriendo a través de aquellos largos pasillos del palacio. Corriendo lo más rápido que podía, lo más rápido que mis piernas podían aguantar. Paré. Nada tenía sentido en aquel momento, unas pequeñas gotas de sangre empezaron a caer sobre aquel suelo de marfil. Me llevé la mano derecha a uno de mis costados, me dolía. La sangre empezó a gotear con más fuerzas y yo empecé a ver todo borroso. Todo se tornó oscuro. Me caí. Noté como el frío del suelo iba apoderándose de todo mi cuerpo. En un momento de lucidez, conseguí levantar la cabeza, no sin grandes dificultades y allí estabas tú. De pie e impasible. Con aquella mirada sin expresión, con aquellos ojos azules mirándome a lo lejos. Entonces lo comprendí todo.
-¡¿Por qué?!- Le grité.
No hubo respuesta.
-¡¿Por qué lo has hecho?!- Volví a gritar.
No hubo respuesta.
Había insistido en vano. Tus ojos seguían estando clavados sobre los míos, ojos sin alma. No lo aguanté más, las lágrimas comenzarón a caer sobre mi rostro. Estaba enfadada y ya no podía hacer nada por salvar mi vida, todo había acabado. Mi cabeza cayó y los latidos de mi corazón fueron atenuándose hasta que dejaron de sonar. Lo último que pude llegar a decir fue un leve ''te quiero'', que en apenas un segundo desapareció en el olvido para siempre.