jueves, 29 de septiembre de 2011

No lo haré.

Doy palmas hacia el aire sin sentido alguno por el que lo hago. Soy rarita y nadie me lo puede quitar. Me gusta sonreirle a la gente que me mira mal para demostrarles que soy muy feliz. No sabéis lo divertido que es ir por la calle y que la gente que está a tu alrededor sonría al ver tu sonrisa. Es bueno ver gente feliz, no se ven mucha por mi ciudad. Tienen tanto estrés por hacer todo con bastante prisa y no se fijan en las pequeñas cosas importantes de la vida. El sonido de la música causa estragos en la pista, música que no se puede escuchar. Música machista que hace que la mujer más sensata baile como una perra en celo mientras los muchachos de alrededor la miran con efusividad. No toda la gente es así, aunque la gente lo piense. Es desesperante ver como toda una generación de buena gente cae como el último imperio romano. No hay nada más estresante que por el único echo de ser adolescente te metan en el cajón de alcohólico perdido. No todos somos así, ni mucho menos. No soporto el echo de que me amarguen la vida por aquello que nunca he echo y que nunca haré. Pongo la mano en el fuego que juro que no lo haré.

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