jueves, 10 de noviembre de 2011

Voces.

Sonidos extraños me llaman por la noche, endemoniados sonidos que no puedo parar. Sonidos que nadie puede sacar de mi cabeza. Llévame lejos, a donde no tenga que escucharlos nunca más. La oscuridad se cierne sobre mí, la vida decae cual mariposa en invierno. Tan delicada forma de vida se va en un abrir de ojos. El batir de alas se apaga, se apaga hasta que no queda nada de felicidad en ella. Se la lleva toda y no deja no los restos en tú corazón. Ya no queda nada por lo que vivir, nada bueno en lo que pensar, solo en la muerte. En la sensación de estar callendo a través de las tinieblas al mismísimo infierno. Nunca volverás a ver a el mundo de la misma manera después de pensar en ello. Nada será lo mismo. Risas estremecidas por el dolos se oyen en la lejanía de la habitación. Cerca de la esquina se esconde la oscuridad más profunda que nadie quiere experimentar. Nadie nunca quiere caer en la depresión, aunque todos al fin y al cabo acabamos cayendo. Ya sea por necesidad o por querer experimentar con ello. Nunca encontrarás el camino de vuelta a casa, nunca jamás. Demasiado difícil y escondido. Me lo dijeron las voces de la oscuridad, quieren que me quede con ellos. Nunca podré volver, es demasiado tarde para mí. Sálvate tú, yo ya estoy ardiendo en el mismísimo infierno sin punto de retorno. Corre, huye y resguárdate de ella.

1 comentario:

  1. :O guau¡ es un texto muy potente, oscuro pero me ha encantado
    mil besos, J

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