lunes, 20 de febrero de 2012

Debemos afrontar.

Un dolor que te recorre toda la espina dorsal. Un dolor que te hace llorar de impotencia, que te hace agarrar tu cabeza y oprimirla creyendo que así se calmará el dolor. Un dolor que no puede compararse con nada físico, un dolor que te hace dudar en que si lo que estás viviendo es real o es sólo un sueño. Te hace arrepentirte de todas y cada una de las fechorías que en tú vida hiciste. Te hace arrodillarte ante el temor de no volver a levantarte del suelo. Una dolencia que no se puede calmar, algo que estará presente hasta el último de tus días próximos a la muerte. Nada comienza como algo fortuito, como si fuera un capricho de la vida. Nada pasa por nada, todo ocurre por una razón, por muy simple que sea. No necesito un dolor para saber lo que va a pasar, todo debe acabar con algo algún día. La verdad se destapa con la mentira, todo vuelve a la desdicha de un viejo mundo donde todos quieren ser los mejores. No hay sitio para todos ellos, no todos merecen esa recompensa. No todos lo llegan a conseguir, la gran victoria está al alcance de todos aquellos que quieran. Tienen que tener valor y saber rendirse frente a ciertas cosas. Y saber vencer el dolor que nos compromete a dejarlo, es una prueba que todos y cada uno de nosotros, debemos afrontar.

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