sábado, 7 de mayo de 2016

Pequeña niña.

Pequeña niña en su vestido blanco que perdida estás en el vasto camino de la vida. Lágrimas caen por tus rosadas mejillas, rojas están tus rodillas. Sola te encuentras, solitaria avanzas, cabizbaja murmuras e imploras. No temas, pues, aunque el viaje sea duro y abrumador. Levanta la mirada, admira el firmamento que sobre ti se alza.
Déjate caer una vez más sobre el duro suelo. No hay nada por lo que sentirse avergonzada. Empieza a temblar, grita, desahógate. Despójate de todo aquello que te impide yacer. Desencadena tu felicidad, déjala volar en libertad por todo tu ser. Se egoísta por un día. Brilla por ti misma.
Seca tus lágrimas, calma tu espíritu. Respira profundamente, nota como el aire entra en tu cuerpo. Escucha, percibe los acelerados latidos de tu preocupado núcleo. Atiéndelos, entiéndelos, penetra en su razón, enlázate a su ritmo efímero.
Oh, pequeña niña con la mirada perdida en el horizonte incierto. Termina tus lamentos, levanta tu figura. Anima la determinación de pocos, rompe con la cobardía de muchos. No temas por lo que el sino tiene preparado para tu existencia; solamente disfruta del mañana.
Pon un pie delante de otro. Ardua tarea, oblígate a seguir adelante. Cura tu entumecimiento. Vuelve tu mirada sólo para renovar tu valía. Reclama la autoridad sobre tu sentir, recuerda quien eres.
Tuviste muchos tropezones en el camino, nunca te rendiste. Si hubieses carecido de dificultades, el espejismo de la realidad te hubiese sometido. Enorgullécete, sonríe, deja que tus ojos reluzcan como nunca antes.
Arregla tu blanquecino vestido, tapa tus rojizas heridas, deja que cicatricen y tornen rosadas.
Pequeña niña cuyo mundo fue destruido, lo diré todas las veces que sean necesarias aunque sea difícil para ti el escucharlo…
‘’Simplemente vive. ’’

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