Encima de una montaña de calaveras
ella tiende su cuerpo. Cráneos deteriorados e intactos. El hierro del oro
líquido todavía puede olerse. Es una esencia fuerte y nauseabunda, pero su
sentido la siente agradable y cautivante. La escena colma la cordura del más
sensato, pues hay tanto hueso que ni siquiera la vista alcanza a ver el final
del horizonte.
Los nombres han caído en el vacío
del olvido, mas ella recuerda la expresión de miedo de cada uno de los rostros.
Los gritos desde lo más profundo de sus gargantas resuenan, música delirante
para una eternidad de melancolía. El temblor de los cuerpos y las últimas
fuerzas banales impulsadas desde la existencia. Todo ello crea la mayor de las
bellas escenas.
‘’Cesaré todo el sufrimiento y te
arrastraré a las tinieblas. ’’
El instinto de supervivencia sigue activado, su
apetito es insaciable. El núcleo rompe con su latido, la cacería persiste. Pequeñas
notas escapan de sus labios, ritmo que se pierde al no encontrar armonía dentro
de su razón. La emoción penetra en sus poros y satura las ansias de dar
finitud, dilata sus pupilas y las torna carmesís.
La figura que la envuelve compone la
encarnación del mal. En sus delicadas manos sostiene las páginas encuadernadas
de una historia remota. Los cabellos se deslizan a través de las calaveras, se
funden en un cuadro sublime. Serena es su expresión, pausada la respiración.
Morfeo mantiene entre sus brazos el inconsciente bajo un cielo lleno de
bramidos.
Gotita, gotita, gotita,…
Pequeñas gotitas de sangre caen
hasta que se vuelven goterones. La simpleza de las calaveras se pierde, quedando
sumergidas en un océano de humor. Ella dormita aún, dejando mecer su cuerpo al
son de la vida como si fuera un barco a la deriva. El lago se convierte en mar,
y el mar en océano; la criatura es ahogada.
El dolor se extiende por todo su
cuerpo como si fuera ponzoña pura. Sus sentidos se apagan y el sentido se
esfuma. La memoria falla, al igual que sus miembros. La respiración queda
cortada, la tráquea está obstruida por los coágulos de sangre formados.
Es imposible la reversión cuando la
abrasión ya ha dado comienzo. El rechazo es inmediato, pero el sistema está
corrupto. Los fallos se repiten y las conexiones se han roto.
Dolor. Dolor. Dolor.
¿Es esto realmente lo que está
sintiendo?
Placer.
Es placer.
¿Por qué siente placer?
La mente se libera del sueño
maldito. El cuerpo reacciona con pausa y emerge renacido. Ante sus ojos se muestra
el acto que lleva tanto tiempo esperando, el mundo se ha sumido bajo su
desesperación y yugo. Una sonrisa ilumina su ánimo y las carcajadas huecas
retumban. La divinidad se ha introducido y ocupa ahora su control.
‘’Dime, pues, dime, ¿no mereció la
pena dejar a la destrucción perforar el cascarón de la realidad?’’
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