domingo, 9 de septiembre de 2012

Asylum

Una vista pequeña. Una habitación oscura llena de recuerdos horribles. Nada de luz, nada de felicidad, nada que te haga sentirte mejor. Al rededor, ningún lugar en el que ocultarse de los enfermeros. Bata blanca y siempre con un arsenal de chistes malos sobre tú locura. Entran, te cogen y te llevan a una sala llena de luz para que interactues con los demás. ¿A quién narices le importa? Lo único que deseo es volver a la habitación, donde solo estamos mis mortales pensamientos y yo. Volver a aquella esquina que en este lugar parece ser el único sitio en el que estoy tranquila. Sólo quiero sentarme allí para siempre. Ni siquiera quiero salir de este lugar, la única cosa que pido es que no me saquen otra vez. Una vez en la sala blanca, me levantan y me llevan a una mesa donde me dan unas pastillas.''Una azul, una roja y otra amarilla'', todos los días igual. Los enfermeros me tratan como si fuera una niña inútil y estúpida. Ellos no entienden nada de nada, se les ve a la legua que odian a las personas que estamos dentro. Lo único que anhelan es el sueldo mísero que les dan a fin de mes, ni si quiera se preocupan porque estemos bien. Nos dejan en aquella sala y salen a fumarse un cigarro cada cinco minutos. Son ellos los que deberían de estar en nuestro pellejo, con esta tortura pscológica que nos hacen pasar. Más bien esto parece la típica guardería donde los padres dejan a sus hijos para quitárselos de en medio. ¿La diferencia? Que aquí hay gente de más edad.

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