miércoles, 26 de octubre de 2016

Albergo.

Desde hace ya un tiempo siento como si mi alma estuviera incompleta. En mi interior parece haber desaparecido la persona que fui y un sinfín de recuerdos sin dueño me invaden. Cada día busco desesperado la pieza clave que me ayude a terminar con este vano vivir.
Me siento confundido y desamparado.
Necesito encontrarle. A él, quien seguro tiene todas y cada una de las respuestas que anhelo poseer; pero escapa a mi alcance. Aparece cuando desea y jamás se manifiesta ante mis súplicas. Ese niño con la mirada perdida se pasea por mi mente sin ningún reparo, creyéndose el dueño de todo ese reino. A veces me gustaría poder extinguir su existencia con mis propias manos, mas no puedo.
En el desenlace de una pesadilla me lo encontré por primera vez. Tras recorrer los entresijos que ella me ofrecía, aparecí en una pequeña sala cuyos límites estaban tintados del más puro blanco. En el centro se alzaba una silla negra que me daba la espalda. De allí, escuché unos sollozos sin lágrimas que cesaron a los pocos segundos. Él se levantó y se acercó a mí. Me miró con sus ojos carmesíes y me agarró de la ropa. Comenzó de nuevo a llorar y gritó: ‘’No me borres’’.
Ahora que pienso en ello, llevaba la camiseta manchada de sangre y tenía las muñecas y las rodillas amoratadas, como si hubiera estado encadenado.
Realmente no era el único que estaba asustado...
Siento que cada vez que me lo encuentro, cada vez que me da alguna pista acerca de aquello que fui, mi conciencia se desvanece un poco más. Creo que no podemos coexistir, pero al mismo tiempo no quiero que esté solo.
Seguiré mi camino incierto para encontrar mi verdadero ser. Quiero descubrir todo lo que ocurrió. Necesito  saberlo, aunque ello signifique desaparecer en mil cenizas y dejar que aquel que reinó una vez vuelva a alzarse. 

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